Las abejas pueden escanear un espectro más amplio de la luz que el que nosotros podemos, abriendo un nuevo mundo que no conocemos.
La luz ultravioleta, invisible para nosotros, destapa colores y patrones que dirigen a los insectos a la fuente del polen y del néctar, oculto todo a los seres humanos sin el equipo especial.
Este mundo secreto del color fue descubierto en los años ’50 y los científicos se fijaron en que estos patrones distintos fueron diseñados para actuar como “pistas de aterrizaje” o flechas, dirigiendo los insectos al punto correcto.
Very good Eunice!
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