Sirio o Sirius es el nombre propio de la estrella Alfa Canis Majoris (α CMa / HD 48915), la más brillante del cielo nocturno vista desde la Tierra, situada en la constelación del hemisferio celeste Sur Canis Major («El Can Mayor»). Su magnitud en la banda B (azul) es -1,46, y en la banda V (verde-amarillo) es -1,47. Esta estrella tan notable, a veces llamada «estrella perro» a raíz de la constelación a la que pertenece, es muy conocida desde la antigüedad; por ejemplo, en el antiguo Egipto, la salida helíaca de Sirio marcaba la época de las inundaciones del Nilo.
Sirio es una estrella blanca de secuencia principal de tipo espectral A1V y temperatura superficial 10.000 K. Está situada a 8,6 años luz del Sistema Solar, lo que la constituye en la quinta estrella más cercana. Por su velocidad radial, -7,6 km/s, puede calcularse que se aproxima a la velocidad de 27,36 km/s: este valor tan elevado resulta de la combinación de su movimiento propio y el movimiento orbital del Sol alrededor del centro de la Vía Láctea.
Sirio es una estrella binaria. Friedrich Bessel, en 1844, analizó con precisión las variaciones en el movimiento propio de Sirio, y dedujo la presencia de una compañera. Ésta, un objeto muy débil (cuya naturaleza de enana blanca se entendió después) ahora llamado Sirio B o «el cachorro», fue observada casualmente en 1862 por el famoso constructor de objetivos astronómicos, Alvan Graham Clark, cuando estaba enfocando sobre Sirio el telescopio que acababa de terminar para el Observatorio Naval de Washington. Era la segunda enana blanca descubierta (la primera fue 40 Eridani B); su magnitud V es 8,44 y su tipo espectral es DA2.
Se estima que la masa de Sirio A es 3,5 masas solares y que la de su compañera es de aproximadamente una masa solar. Pero dada la muy baja luminosidad de Sirio B (aunque su temperatura superficial, unos 25.000 K, es mucho mayor que la de Sirio A), se deduce que su volumen es similar al de la Tierra, es decir, 1.600.000 veces menor que el solar. Por consiguiente, su densidad media es 1.600.000 veces la del Sol, y como ésta es 1,4 g/cm3, resulta para Sirio B la asombrosa densidad de unos 2.200.000 g/cm3: un litro de este material pesaría más de 2.000 toneladas. Para tener una idea de lo que esto significa, baste recordar que 2.000 toneladas era el peso de la última etapa llena de combustible del gigantesco cohete Saturno V, el utilizado en las misiones Apolo.
El espectro de Sirio A muestra intensas líneas metálicas, indicando un refuerzo de elementos más pesados que el helio, como el hierro. Sirio A presenta un 316% más de hierro en su atmósfera que el Sol, proporción que no se cree esté presente en la totalidad del interior estelar, sino que se mantenga en las capas más externas gracias a una delgada envoltura convectiva. El origen de esta alta metalicidad puede estar en la evolución del sistema binario. Puesto que abandonó la secuencia principal antes, Sirio B debió comenzar siendo la estrella más masiva de las dos, con posiblemente unas 5 masas solares. Como evidentemente Sirio B ha perdido mucha masa en el proceso de transformarse en gigante roja y luego en enana blanca, parte de esa masa puede haber sido depositada en Sirio A enriqueciendo, de esta manera, su metalicidad superficial.
Debido a ciertas irregularidades en la órbita de A+B se ha sugerido la presencia de una tercera estrella, Sirio C, una enana roja de masa 1/5 la del Sol y tipo espectral M5-9, en una órbita elíptica de 6 años alrededor de Sirio A. Este objeto aún no ha sido observado y se discute su existencia real.
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